viernes, 25 de marzo de 2011

Gracias..


Gracias por este Regalo..



BELLA,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.

Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.

Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.


Pablo Neruda.


viernes, 11 de marzo de 2011

La ciudad de los Pozos..

Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un dia llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano:
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue cómo los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas postmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasó mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...
Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa. Adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua...
Nunca antes otro pozo había encontrado agua...
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
-Ningún milagro - contestaba el Vergel - hay que buscar en el interior, hacia lo profundo...
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío...
Y también empezó a profundizar...
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
- ¿Que harás cuando se termine el agua? - le preguntaban.
- No sé lo que pasará - contestaba - Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...
Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.
No sólo podìan comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...

Cuentos para pensar. Jorge Bucay.

domingo, 6 de marzo de 2011

La pequeña Alma..

Habia una vez una Pequeña Alma que dijo a Dios:
-¡Ya se quien soy!
Y Dios le contesto:
-¡Maravilloso! ¿Quieres eres?
La pequeña alma contesto a toda voz.
-¡Soy la luz!
Dios sonrió ampliamente:
-Así es -exclamo-. Tu eres la Luz.
La pequeña alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas del reino trataban de entender.
-¡Hurra! ¡Esto es fantástico¡
Pero poco después ya no le basto con saber quien era. Sentía cierta inquietud en su interior, porque quería ser lo que era. Así, la pequeña alma volvió a hablar con Dios (lo cual no es mala idea para todas las almas que quieren ser Quienes Son realmente), para comunicarle sus ideas:
-¡Hola, Dios! Ahora que ya se quien soy, ¿es bueno serlo?
Dios respondió:
-¿Quieres decir que deseas ser Quien Ya Eres?
-Pues... veras. Una cosa es saber Quien soy, y otra muy distinta es serlo realmente. Quiero sentir como es ser la luz.
-Pero si ya eres la luz -Repitió Dios, sonriendo otra vez.
-¡Si, pero quiero saber como se siente serlo! -exclamo la pequeña alma.
Creo que debí imaginármelo -repuso Dios, riendo-, Tu siempre has sido la mas aventurera ---y, tras un instante, la expresión de Dios cambió-. Pero hay una cuestión...
-¿Qué es? pregunto la almita.
-Que no existe otra cosa además de la luz. No creé otra cosa que lo que tu misma eres. Así, no hay un modo sencillo para que experimentes Quien eres, puesto que no hay nada que no seas.
-¿Cómo? -repuso la Pequeña Alma inocente, estaba un poco confundida.
-Piénsalo de este modo. Eres como una vela en el sol. Ya estas allá, junto con millones y millones de otras velas que forman el sol. Y el sol no podría serlo sin ti, porque le faltaría una de sus velas, y asi no podría brillar tanto. Pero saber que eres la luz estando dentro de la luz... ese es el problema.
-Tu eres Dios, ¡ya se te ocurrirá algo!
Dios volvió a sonreír:
-Ya pensé en algo. Puesto que no puedes sentirte la Luz al estar en ella, te rodeare de oscuridad.
-¿Qué es la oscuridad?
-Es aquello que tu no eres.
-¿Tendré miedo de la oscuridad? -gimió la almita.
-Solo si así lo quieres -respondió Dios-. A decir verdad, no hay nada que temer, a menos que así lo decidas. Nosotros inventamos todo eso. Fingimos.
-¡Ah! -exclamo la pequeña alma, que ya se estaba sintiendo mejor.
Entonces Dios explico que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su opuesto.
-Ese es un gran don, porque sin el no podrías conocer como es todo lo demás. No podrías saber que es lo Caliente sin lo frio, el Arriba sin el Abajo, lo Rápido sin lo lento. No podrías saber que es la izquierda sin la derecha, el Acá sin el Allá, el Ahora sin el Después.
Y así -concluyo Dios-, al verte envuelta en la oscuridad, no cierres el puño ni alces la voz para maldecirla. Mas bien, sé Luz entre las tinieblas, y no te enojes por ello. De ese modo sabras Quien Eres Realmente, y también los demás, lo sabrán. Permite que tu luz brille para que todos sepan que eres alguien muy especial.
-¿Quieres decir que esta bien que los demás sepan que soy alguien muy especial?- inquirió la Pequeña Alma.
-¡Por supuesto!-rió Dios-.¡Esta muy bien! Pero recuerda que "especial" no quiere decir "mejor". ¡Todos son especiales, cada
uno a su modo! Pero hay muchos que no lo recuerdan. Entenderán que esta bien que sean especiales solo cuando tu mismo sepas que esta
bien ser especial.
-¡Fantástico! -exclamo la almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad-.¡Puedo ser todo lo especial que quiera!
-Si, y puedes serlo a partir de ahora mismo- agrego Dios, quien bailaba y saltaba y reía con la pequeña Alma-.¿Que parte de lo
especial quieres ser?
-¿Qué parte de lo especial? No te entiendo. -Verás...- le explicó Dios- ser la Luz es ser especial, y eso esta hecho de muchas partes. Ser generoso es ser especial. Ser amable es ser especial. Ser creativo es ser especial. Ser paciente es ser especial. ¿Se te ocurren otros modos de ser especial? La pequeña Alma quedo en silencio por un instante:
-¡Se me ocurren muchas formas de ser especial!- Exclamo luego.- Es especial ayudar a los demás. Es especial compartir. Y ser amistoso también es ser especial. ¡Ser considerado con los demás es ser especial!
-¡Así es!- concordó Dios-. Y tu puedes ser todas esas cosas, o cualquier otra parte de lo especial que desees ser, en cualquier momento. Eso significa ser la Luz.
-¡Ya se lo que quiero ser!- anuncio la Pequeña Alma, muy emocionada-. Quiero ser la parte de lo especial llamada "perdonar". ¿No es especial perdonar?
-Oh, si- aseguro Dios-. Eso es muy especial.
-Entonces, eso quiero ser. Quiero perdonar. Quiero experimentarme a mi misma de ese modo.
-Bien- dijo Dios-. Pero hay algo que debes saber. La Pequeña Alma comenzaba a impacientarse. Parecía que siempre había complicaciones.
-¿De que se trata?- suspiró.
-No hay nadie a quien perdonar.
-¿Nadie?- la Pequeña Alma apenas podía creer lo que estaba oyendo.
-¡Nadie!- repitió Dios. Todo cuanto hice es perfecto. No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tu. Mira a
tu alrededor.
Entonces la Pequeña Alma se dio cuenta de que se había reunido una gran multitud. De todo largo y ancho, de todos los rincones del
Reino, habían venido almas, porque se había corrido la voz de que la Pequeña Alma sostenía una extraordinaria conversación con Dios, y
todos querían oír lo que decían.
Viendo a las incontables almas reunidas, la almita tuvo que coincidir: nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o
menos perfecto que ella misma. Tal era el esplendor de las almas reunidas y tan brillante era su Luz, que la Pequeña Alma apenas podía
sostener su mirada.
-¿A quien perdonar entonces?- preguntó Dios.
-¡Oh, creo que esto será muy aburrido!.- Gruñó la almita-. Queria experimentarme como El Que Perdona. Quería saber como es
esa parte de lo especial. Y, así, supo como es estar triste.
Pero entonces un Alma amistosa salio de entre la multitud:
-No te preocupes Pequeña -le dijo-. Yo te ayudare.
-¿De verdad? -replico, con el rostro iluminado-. ¿Pero que puedes hacer?
-Puedo darte a alguien para que lo perdones.
-¿Puedes?
-¡Desde luego! -canturreo el Alma amistosa-. Puedo ir a tu siguiente vida y hacer algo para que lo perdones.
-Pero... ¿Por que habrías de hacerlo? -pregunto la Pequeña Alma-. ¡Tu que eres un Ser de tan absoluta perfección! Tu que vibras con gran rapidez creando una luz tan brillante que apenas puedo verla! ¿Que podría hacer que frenaras tu vibración hasta que tu luz se hiciera oscura y densa? ¿Que podrías hacer tu, que eres tan ligera como para bailar en las estrellas y desplazarte por el Reino a la velocidad del pensamiento, entraras a mi vida y te volvieras pesada como para hacer una cosa tan mala?
-Es muy fácil -repuso el Alma Amistosa-. Lo haría porque te amo.
A la Pequeña Alma le sorprendió la respuesta.
-No te asombres- le dijo el Alma Amistosa-. Tu hiciste lo mismo por mi. ¿No lo recuerdas? Hemos bailado juntas muchas veces, por eones y eras. Durante todos los tiempos y en muchos lugares hemos jugado juntas. Simplemente no lo recuerdas. Ambas hemos sido todas las cosas. Ya fuimos el Arriba y el Abajo, la Izquierda y la Derecha. Fuimos el Acá y el Allá, el Ahora y el Después, Fuimos lo Masculino y lo Femenino, lo Bueno y lo Malo. Tu y yo Fuimos la victima y el villano. Así, nos hemos reunido muchas veces, la una dando a la otra la oportunidad exacta y perfecta para expresar y experimentar Quienes Somos Realmente."
"De ese modo -añadió el Alma Amistosa-, llegaré a tu próxima vida y seré el "malo". Haré algo realmente terrible, y entonces podrás experimentarte como El Que Perdona.
-¿Que harás?- pregunto la Pequeña Alma, un poco nerviosa-. ¿Que puede ser tan terrible?
-Oh, ya pensaremos en algo -replico el Alma amistosa, con un guiño. Segundos después, pareció tornarse muy seria y murmuró:
-Tienes razón en algo.
-¿En que? -quiso saber la almita.
-Tendré que frenar mi vibración y hacerme muy pesada para hacer ese algo no tan bueno, Fingiré que soy alguien muy distinto a
quien realmente soy. Por eso te pediré un favor a cambio.
-¡Si, lo que quieras! -exclamo la Pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar- ¡Podré perdonar, podré perdonar!
Pero notó que el Alma Amistosa seguía muy callada.
-¿Que quieres? -le pregunto-. ¿Que puedo hacer por ti? ¡Eres todo un ángel por estar dispuesta a hacer tal cosa por mi!
-¡Claro que el Alma Amistosa es un ángel! -interrumpió Dios- ¡Todos lo son! Siempre recuerda eso que solo ángeles envio.
Y así, la Pequeña Alma quiso mas que nunca satisfacer la petición del Alma amistosa:
-¿Que puedo hacer por ti? -volvió a preguntar.
-En el momento que te golpee y te despedace -repuso el Alma Amistosa-, cuando te hago lo peor que pudieras imaginarte, en ese
mismo instante...
-¿Que? -interrumpió la Pequeña Alma-. ¿Que...?
El Alma amistosa esta aun mas seria:
-Recuerda quien soy realmente.
-¡Si, así será! -exclamo el Alma Inocente-. ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.
-Muy bien -repuso el Alma Amistosa-, porque pondré tanto empeño en fingir, que olvidaré quien soy. Y si tu no me recuerdas como soy realmente, no podré acordarme durante mucho tiempo. Y si olvido quien soy, incluso tú olvidaras Quien Eres, y las dos estaremos perdidas. Entonces necesitaremos que venga otra alma para que nos recuerde a Ambas Quienes Somos.
-¡No, no será así! -prometió otra vez la Pequeña alma-. ¡Te recordaré! Y te agradeceré por darme ese don, la oportunidad de experimentarme como Quien Soy.
Así acordaron, y La Pequeña Alma fue hacia una nueva vida, emocionada por ser la Luz, que era muy especial, y por ser esa parte de lo especial que se llama Perdonar.
Y espero ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera la otra alma para que fuera posible.
En todo momento de esta vida, cada vez que apareció en escena una nueva alma, ya fuera que trajese felicidad o pesar ( y
especialmente si traía pesar), la Pequeña Alma pensó en lo que Dios le dijo.
"Siempre recuerda que no envio mas que ángeles"

martes, 1 de marzo de 2011