sábado, 23 de agosto de 2014

Mira dentro..


Yo no pido tanto, nada que no pueda ser
Ni un minuto amargo con quien no quiera querer
Algo de luz este desconcierto,
Párame tú que al pedir me pierdo
Y luego ya no vuelo bien

Dejaré mi puerta bien abierta,
Para cuando quieras volver
Cuídate que el frío siempre acierta
Y si algo no marcha bien para ti encontraré,
Una nave espacial que nos lleve lejos
Donde no existan miedos ni soledad

Toma mi presente, mi futuro incierto
Y que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes

Solo mira dentro, solo mira dentro...

No pedimos tanto, nada que no puedas ver,
Ni un segundo amargo con quien no quiera creer
Algo de luz a este desconcierto,
Párame tu que al pedir me pierdo
Y luego ya no vuelo bien

Déjame tu puerta bien abierta,
Para cuando quiera volver
Cuídame que el frío siempre acierta
Y si algo no marcha bien solo te buscaré
Y tu nave espacial volará tan lejos
Que encontraremos siempre la libertad

Dame tu presente, tu futuro incierto,
Y que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro

Déjame tu puerta bien abierta,
Ya sabes que los sueños siempre aciertan
Pero luego tal vez algo no salga bien
Y quiero tu luz muy cerca y a ti siempre volver.

Dame tu presente, tu futuro incierto
Que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro

Dame tu presente, tu futuro incierto
Que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro

lunes, 4 de agosto de 2014

La increíble transformación del ser..





Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas. Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. 

Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró: “El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río”.

El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.

 “Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino”.

¿Pero cómo esto podrá suceder?.

“Consintiendo en ser absorbido por el viento”.

Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. “¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?”.

“El viento”, dijeron las arenas, “cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río”.

¿Cómo puedo saber que esto es verdad?.

“Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río.”

¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?.

“Tú no puedes en ningún caso permanecer así”, continuó la voz. “Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial.”

Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó –¿o le pareció?– que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio.

 Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos.

 Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia.

Reflexionó: “Sí, ahora conozco mi verdadera identidad“.