viernes, 8 de junio de 2018

El Regalo Disfrazado..



Y a eso de las 15 horas, el general reclamó lo que era suyo: el regalo prometido por quien esto escribe en su despacho, en la Fog.
Todos fueron a sentarse frente a la pizarra. También la luz y el silencio.
Curtiss me entregó un paquete de tizas de colores en el que se leía "ticatl".
Regresó a la silla, prendió un habano, se relajó, y dio la orden:

- ¡Quiero mi regalo!

Todos estaban en ascuas en el salón, incluidos los ventiladores y las burbujas de la pecera.
Sinceramente, fue un momento terrible.
No supe por donde empezar.
Es más, quise echarme atrás, pero tropecé con el gesto adusto de Curtiss.
Que sea lo que Dios quiera...
Abrí el paquete de tizas y seleccioné el rojo y el azul.
Me fui al ángulo superior izquierdo de la pizarra y dibujé dos círculos concéntricos. El interior lo pinté de azul y el exterior con la tiza roja.
Después me trasladé a la esquina superior derecha y procedí a pintar una esfera, con sus continentes.

- La Tierra- anuncié innecesariamente.

La parroquia seguía mis movimientos, absorta.
El silencio y la luz me miraban, escépticos.
Acto seguido tracé una flecha que partía de los círculos concéntricos y apuntaba a la Tierra.
Me detuve a mitad de camino y pinté dos esferas, más pequeñas. Una azul y la otra roja.
Miré a los asistentes.
Nadie tenía idea de lo que me proponía.
Mejor así...
Y escribí sobre los círculos concéntricos:
"MOMENTO CERO."
Después, también en blanco, pinté cerca de cada una de las esferitas: "MUJER" (sobre la azul) y "VARÓN" (sobre la roja).
Volví a contemplar a los allí reunidos, pero seguían en blanco.
Y anuncié:

- Se trata de un presente para el general, pero, en realidad, es un regalo para todos...

Y ahora, al revisar estos diarios, pienso:"Fue un regalo para aquella gente pero, sobre todo, para el hipotético lector de estas memorias."
Como decía el Maestro: quien tenga oídos que oiga...
Y abrí una explicación que, por supuesto, no es mía.

- Una parte de los habitantes de la Tierra es así antes de nacer...

E indiqué los círculos concéntricos.
Dejé que la idea los empapara.
E insistí con un leve toque de la tiza, llamando la atención sobre el rojo y sobre el azul interno.
Las miradas se centraron en los círculos concéntricos y en las palabras dibujadas sobre ellos: "MOMENTO CERO."
La incredulidad también aparecía sentada entre mis amigos.
Era lógico y natural.
Proseguí con las explicaciones:

- Digamos que son pura energía...

Y señalé de nuevo los círculos concéntricos.

- Pura energía... Pues bien, en ese "momento cero"- por llamarlo de alguna manera-, la Gran Computadora da a elegir entre los trillones y trillones de cadenas de experiencias que un ser humano puede vivir en una existencia material.

Domenico me seguía con dificultad.
Noté cómo se le cerraban los ojos.
A Curtiss se le había muerto el habano y miraba la pizarra con la boca abierta.
Estrella- lo sé- iba por delante.

- El ser no nacido- continué- estudia esos trillones de "ofertas" y elige una, libremente.

Ofrecí un respiro y subrayé:

-¡Libremente!

Domenico terminó dormido.

- Entonces "alguien" pregunta: ¿Estás seguro de la elección?"... Si la criatura confirma dicha elección, ese "alguien" replica: "Firma aquí."

Estrella parecía sorprendida.

- Al firmar se hace el milagro... La criatura desciende sobre la Tierra...

Indiqué el dibujo del planeta.

-... Y nace, pero dividida en dos...

Entonces dirigí la tiza hacia las pequeñas esferas sobre las que había escrito "mujer" y "varón".
E insistí:

- La criatura que era pura energía es ahora un hombre y una mujer. Y en la Tierra vivirán y experimentarán, según lo acordado previamente... Es casi seguro que nunca coincidan... No sabrán el uno del otro... Y si llegara a suceder...

Pero, de pronto, recordé una cuestión vital.

- Pido disculpas. Hay algo importante que no he dicho: al nacer, la memoria perpetua de esa criatura es borrada... Ni el hombre ni la mujer saben realmente quiénes son, ni de dónde proceden ni por qué están en la Tierra... Y a lo largo de sus vidas se preguntarán con frecuencia:"¿Qué hago aquí?"

A Estrella se le iluminó el rostro.

Sé que comprendió.

- Y al morir regresan a la realidad y se hacen uno, tal y como eran antes de...

Lo dejé ahí.
Me dirigí de nuevo a la pizarra y dibujé algo en la parte inferior: una segunda Tierra, también con sus mares y continentes, y una esfera, similar a los círculos concéntricos que había pintado en el ángulo superior izquierdo. De la Tierra partió otra flecha, en dirección a estos segundos círculos concéntricos. También los pinté de rojo y de azul.
Me volví y proclamé:

- Nada es como creemos... La verdad es mucho más bella.

Y concluí:

- Fin del regalo, mi general.

                                                    El día del relámpago. J.J. Benítez.

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